Majestuosa Isla Elefante en la Antártida captada desde el espacio

La misión Copernicus Sentinel-2 capturó esta vista de la isla Elefante en la Antártida en febrero de 2023, revelando su terreno helado, picos prominentes y su entorno marino diverso. Crédito: Contiene datos modificados de Copernicus Sentinel (2023), procesados ​​por la Agencia Espacial Europea

Esta rara vista, casi sin nubes, de la remota Isla Elefante en la Antártida fue capturada por la misión Copernicus Sentinel-2 en febrero de 2023.

La Isla Elefante se encuentra en el Océano Austral, a unas 150 millas (250 km) al noreste de la punta de la Península Antártica, y es una de las Islas Shetland más al sur. Su nombre se debe al avistamiento de elefantes marinos en sus costas y a su forma de elefante, aquí la “trompa” está parcialmente cubierta por nubes.

Esta isla montañosa está cubierta de hielo. Los picos más altos son el Monte Pendragon, de unos 970 m (3200 pies) de altura, visible en el extremo sur, y avanzando hacia el noreste, la Montaña Elder, de unos 945 m (3080 pies) de altura.

Al norte de Elder Mountain, se puede ver el vasto glaciar Endurance en el centro de la imagen. Es el principal glaciar de la isla y desagua hacia el sur y desemboca en el mar de Weddell. Una fina capa de hielo marino, visible en azul claro frente al frente que se divide, separa el extremo del glaciar de las aguas del océano abierto.

Las diferencias de color del agua que rodea la isla se deben a los sedimentos que han sido erosionados por el flujo de hielo y transportados al océano por el agua de deshielo. Los pequeños icebergs, especialmente frente a la costa oeste, pueden verse como pequeños puntos blancos que salpican el agua. Las líneas blancas a lo largo de las costas de la isla son el resultado de grandes olas que chocan contra los escarpados acantilados rocosos.

Los cambios dramáticos en el hielo de la Antártida se han convertido en sinónimo de crisis climática. Las observaciones satelitales continuas son esenciales para estudiar regiones polares remotas. Los satélites pueden monitorear el derretimiento de las capas de hielo causado por el aumento de las temperaturas y el consiguiente aumento del nivel del mar, así como el impacto en las corrientes oceánicas globales resultantes del aumento del flujo de agua dulce hacia el océano. Esto es crucial para mejorar nuestra comprensión del sistema Tierra y proporcionar evidencia sobre el impacto del cambio climático.

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